Siguiendo la nueva denominación de BMW que aplica números pares a las coupés, el M4 se basa en la flamante Serie 4 (la hermana dos puertas del Serie 3), pero va mucho más allá en términos de estética, aerodinamia, dinámica y obviamente potencia.
Lo primero que hay que destacar es el 3.0L de seis cilindros en línea con dos turbos que alimentan a 425 caballos. Mediados por una caja manual de 6 relaciones o una de doble embrague (DTC en términos de BM) con 7 cambios, el resultado es un 0 a 100 de 4.1 segundos si usas el pie izquierdo y de 3.9” si vas por el sistema secuencial. Estas cifras, que lo colocan en el territorio de los superdeportivos, están acompañadas por una dieta de 80 kilos respecto del Serie 4 como el que Autocosmos probó en exclusiva.
Estéticamente, el M4 cuenta con varios aditamentos que en realidad son funcionales. El mejor ejemplo son las entradas y salidas de aire, entre las que se destacan las laterales frontales y las ubicadas detrás del guardabarros, que reducen la resistencia al avance y mejoran la refrigeración de los frenos.
El peso de 1.479 kilos, conseguido a base de aplicar plástico reforzado con fibra de carbono (CFRP) y aluminio en puntos clave de chasis y carrocería (el techo es de carbono), sale a relucir también en las curvas, acompañado por componentes como el diferencial activo M.
La capacidad dinámica del nuevo M4 queda finalmente garantizada por las pruebas realizadas en el tortuoso Nürburgring, realizadas nada menos que por los pilotos de DTM de BMW Motorsport: Bruno Spengler y el ex F1 Timo Glock.
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