El inglés Lewis Hamilton alcanzó en México su quinto campeonato de Fórmula 1. Fue por su talento, su gran medio mecánico, el juego de equipo que impuso a su favor Mercedes, pero por sobre todo en esta temporada le demolió la cabeza a su principal rival, el alemán Sebastian Vettel, que ahora buscará otro subcampeonato con Ferrari.
En 2017 Lewis ya se había convertido en el primer británico en obtener cuatro coronas. Ahora igualó la marca de Juan Manuel Fangio, está a dos Michael Schumacher (el más campeón) y en la plenitud de su carrera puede marcar más hitos. Pero su temple de acero no es novedad. Desde pequeño supo muy bien lo que quería y mostró esa determinación. El año pasado, minutos después de plasmar su cuarto cetro, afirmó que “hay maestras que me decían que nunca iba a lograr esto”.
Fue en aquella niñez donde también admitió haber sufrido bullying. “En la escuela me molestaban y me hacían bullying. Los chicos jóvenes son como una flor que florece: si lo mantienes en la sombra, no crecerá tanto como un niño que no sufra bullying”, reveló el británico en una entrevista en 2017 al medio inglés Daily Mail. “Por eso con seis años fui a clases de karate para defenderme. No sé de dónde lo he sacado, quizá de ver a Bruce Lee. Estuvo genial, pero hasta los 13, 14 o 15 años no tuve la confianza necesaria para defenderme, y eso que ya era un cinturón negro”, recordó.
También admiró a otro que supo lo que era dar y recibir golpes: Cassius Clay: “veía a Muhammad Ali y siempre quería tener su confianza. Quería ser capaz de plantarme y ser el que tuviera más confianza en mi habilidad. Lo quería. El momento en el que me abrí y florecí se retrasó mucho. Alí era el deportista más grande de todos los tiempos. Siempre quise tener eso”, agregó.
Fue en aquella adolescencia cuando fue reclutado por Ron Dennis, el team-manager de McLaren. A fuerza de esfuerzo, dedicación y capacidad se fue formando hasta ser un deportista súper profesional. Nada fue casualidad sino causalidad. Tuvo el apoyo del equipo inglés para su carrera, pero Hamilton siempre fue una roca en lo mental. “Yo no hacía cosas normales, no salía con los amigos los fines de semana. Yo corría karting, no hacía lo que hacían mis amigos, pero me hubiera encantado hacerlo también. Perdí una gran parte de mi infancia por eso. Debido a eso no era muy sociable”, confesó.
No todo era rock and roll en su ingreso a la Máxima. No era solo el piloto cool, el moreno que venía a romper los esquemas siendo el primero de color en llegar al circo de la Máxima. Nunca se achicó en este ambiente que es una trituradora de carne y donde las presiones están a la orden del día. Supo ser protagonista en su primera temporada donde peleó el campeonato con su entonces compañero de equipo, el español Fernando Alonso, que estrenaba su bicampeonato mundial, y el finlandés Kimi Räikkönen, a la postre campeón con Ferrari. En aquél ejercicio de 2007 tuvo chispazos con Alonso, pero bancó la parada con apenas 22 años. Esa difícil relación y el apoyo que tuvo del equipo de Woking hicieron que el asturiano volviera a Renault en la temporada siguiente.
En 2008 llegó su primer título que se definió en la última curva del año, en una polémica definición donde el sobrepaso al alemán Timo Glock (Toyota) y el quinto puesto final le alcanzaron para consagrarse. Por solo un punto y de visitante le ganó el título al brasileño Felipe Massa (Ferrari), apagando el carnaval de Interlagos.
Cinco temporadas más tarde llegó a Mercedes y, en el siguiente ejercicio con el cambio de reglamento técnico y los nuevos motores híbridos, arrancó la exitosa combinación que sigue predominando. Luego de obtener otros dos campeonatos en 2014 y 2015, en 2016 llegó el mano a mano con Nico Rosberg, por entonces su compañero de equipo. El alemán fue campeón recién en la última carrera en Abu Dhabi, pero en aquél largo pulso Hamilton le ganó la guerra psicológica al punto de que el germano se retiró y, por ahora, nunca volvió a correr.
Parecía que en 2017 Hamilton la iba a tener complicada con una Ferrari más competitiva y Vettel como baluarte. Pero tras el paréntesis por las vacaciones de verano en Europa, en la segunda parte de la temporada el británico y Mercedes pusieron las cosas en su lugar y llegó otro festejo.
Ya en 2018 las dos victorias iniciales de Vettel en Australia y Bahrein abrían el juego. Aunque ello fue el prólogo de una porfía psicológica donde el alemán perdió con Hamilton. En momentos claves del presente ejercicio, cuando Sebastian, con la mejor Ferrari desde 2012 tuvo que ratificar que este era su año, el germano flaqueó. En el momento de dar el golpe de KO, terminó contra las cuerdas. Por los errores propios y de su equipo. Pero también porque Hamilton es un depredador. Cada vez que olió sangre de su rival fue letal. Un demoledor a la hora de buscar el resultado y dar la estocada.
A su vez supo capitalizar las fallas de su oponente: 1) se pasó en Azerbaiyán cuando, tras un reinicio, quiso recuperar la punta de la carrera 2) en Francia se tocó tras la largada con el finlandés Valtteri Bottas (compañero de Hamilton) 3) en la clasificación de Austria, obstruyó la vuelta rápida del español Carlos Sainz (Renault) y recibió una penalización de tres lugares en la grilla de partida 4) venía ganando en Alemania y se despistó 5) toque con Hamilton tras el arranque en Italia 6) toque con el holandés Max Verstappen (Red Bull) en Japón 7 y 8) en Estados Unidos no respetó una bandera roja en las pruebas libres 1 (recargo de tres lugares en la fila de largada) y en la primera vuelta de la carrera, otro toque, ahora con el australiano Daniel Ricciardo (Red Bull). Salvo en USA y Austria, en todas las instancias mencionadas ganó Lewis.
Hamilton terminó de inclinar a su favor la pulseada en Monza, en la casa de Ferrari y ante miles de italianos. “Miraba las tribunas y buscaba las banderas británicas para motivarme. Ellos me dieron fuerza”, dijo tras vencer en el Templo de la Velocidad a pesar del 1-2 en la clasificación de la Scuderia, pero que en carrera usó una mala estrategia.
Luego de ganar en Japón, con el pleito definido y que solo la formalidad de la matemáticas debían confirmar su nueva consagración, Lewis en su cuenta de Twitter pidió “que se lo trate con más respeto a Vettel”. Es que ya sabía que había ganado, que era solo cuestión de días para que logre su quinto campeonato. Tiene 33 años, corrió 227 carreras en la F-1 y consiguió 71 triunfos, uno cada tres competencias.
Lewis Hamilton potencia su talento y profesionalismo con su mente de acero. Con 22 años hizo que Alonso se vaya de su equipo, retiró a otro compañero suyo como Rosberg y nunca lo perdonó a Vettel en esta temporada. Les ganó la batalla psicológica a tres campeones del mundo. En un ámbito deportivo de elite, el inglés demuestra que el factor mental puede inclinar la balanza. En la selva llamada F-1, hoy es un león feroz que irá por más gloria.
Fuente: CORSA