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Prueba nuevo Renault Logan

El sedán compacto cambió su imagen por completo ¿Será ahora un auto deseable?

Prueba nuevo Renault Logan

El lanzamiento internacional del Renault Logan causó un interesante revuelo ya que el fabricante francés había logrado producir un auto moderno, pero mucho más económico que el resto de sus competidores. El problema fue que en su llegada a Argentina, ese precio no era súper económico, no al menos para un modelo que atraía principalmente por su espacio en la cabina y el baúl.

Renault intentó solucionar esto y otras peculiaridades con un sutil upgrade que incluyó algunos cambios en el interior, algo de cromo en la carrocería y una variante 8V del conocido 1.6L, que ponía el precio más cercano a lo esperado. Sin embargo, la compra del Logan se seguía centrando en aspectos relacionados con la practicidad.

Ahora llega la segunda generación del modelo, que mantiene plataforma y mecánica conocidas, pero va directo al diseño exterior e interior volviéndolo más interesante. ¿Habrá logrado Renault hacer del Logan un auto deseable?

 

Diseño

Lo primero que llama la atención del nuevo Logan es la sensación de solidez provista por las superficies limpias, aristas suaves y curvas amplias que le dan fluidez a secciones donde antes habían ángulos rectos. También trabajan a favor de la idea de robustez elementos grandes como los guardabarros, los faros y un rombo con dimensiones de escudo de batalla. En el caso de nuestra unidad, Privilege Plus, también llaman la atención los inmensos frisos cromados que envuelven a los rompenieblas.

El resto de la figura es corpachona, en parte debido a la altura general del modelo y de su línea de cintura. Atrás también es más fluido, especialmente en el remate de la ventanilla trasera y en la unión del pilar C con el baúl, cuya tapa integra un sutil spoiler.

Viendo la imagen completa, el resultado es positivo, tanto que la propia Renault se burla del modelo original en las publicidades de lanzamiento.

Interior

La cabina del Logan conserva las hectáreas de espacio del modelo original, pero ahora todo el diseño es completamente nuevo. Se nota que Renault se esforzó por dar un aire de calidad con líneas sólidas, dos tonos y decorados en metalizado, negro piano y cromo. Al tacto, los plásticos son delgados, especialmente en las contrapuertas, y hay cosas que se sienten endebles como las bocas de aire laterales que tienen mucho “juego”. Como contrapartida, a la vista todo luce correcto, incluso se nota un gran esmero en juntas y empalmes.

La unidad probada corresponde al equipamiento full y esto se aprecia en el climatizador automático de bello diseño, importado del Clio europeo. Lo mejor es el Media Nav, la gran pantalla táctil que domina el centro del tablero y nos permite controlar de manera fácil audio, teléfono bluetooth, GPS y demás funciones. Solo hay que tener en cuenta que el funcionamiento del navegador puede llegar a ser irritante, pero eso es mejor que lo decida cada uno.

A contramando de la practicidad del Media Nav está la clásica ergonomía francesa con algunas cosas extrañas, por ejemplo los controles de las ventanillas delanteras están en el apoyabrazos, pero si el conductor quiere operar las posteriores tendrá que buscar las teclas debajo del climatizador.

Comportamiento dinámico

Antes de arrancar nos acomodamos detrás del volante, que cuenta con regulación en altura, y descubrimos que queda algo lejos en comparación con la pedalera, exigiendo llevar el respaldo algo recto. Los asientos son cómodos, tienen un tapizado en la parte superior que parece resistente, aunque propenso a ensuciarse por su tono claro. El respaldo en realidad es muy angosto permitiendo que alguien de piernas largas sentado detrás nuestro nos clave sus rodillas en la espalda.

La unidad probada contaba con el 1.6L 16V que es bastante elástico, aunque “respira” mejor en el rango medio-alto de revoluciones. La palanca de cambios tiene recorridos largos y la caja ofrece relaciones correctas para conseguir buen impulso en ciudad. Si bien ahora se siente un poco duro de cubiertas, algo que se manifiesta en las juntas pequeñas, las suspensiones siguen apuntadas al confort. Lo extraño es que la dirección se siente algo pesada a bajas velocidades.

En ruta se mueve con soltura, obviamente no le sobra potencia, pero una 5º ligeramente corta nos da un correcto poder de reacción para un auto de su segmento. A 120 km/h el tacómetro va algo “enroscado” aunque la cabina no se siente particularmente ruidosa. Si cambiamos de carril bruscamente a esa velocidad, el rolido es pronunciado -también es sensible a los vientos laterales- pero en curvas cerradas parece bastante más compuesto de lo esperado para un auto alto que no tiene la deportividad como foco.

Conclusiones

El nuevo Logan es el auto que debió ser desde el comienzo: hecho para mercados que necesitan un bajo costo de producción, pero sin transmitir eso en su imagen. Además, la nueva estética exterior e interior sumada a la variedad de equipamientos y las dos motorizaciones (8 y 16 válvulas), le permiten salir a competir en un rango más amplio aprovechando precios competitivos. ¿Será suficiente para pelearle a los Cobalt, Grand Siena, Etios sedán y Voyage? Vos decidís.

Hernando Calaza. Fotos: Ezequiel Las Heras recomienda